lunes, 13 de septiembre de 2010

J.A.C

 

¿Quien es Jose Adan Castelar?



 


 

Fotografia extraida de :

http://ellibertador.hn/Nacional/3176.html


 

Nacido en un lugar llamado Coyoles Central el 9 de abril de 1941. A los seis meses llegó a La Ceiba. De joven leyó a los clásicos frances, ingleses y a los griegos, desde luego que en idioma español. Sus lecturas fueron desordenadas, pero de ahi saco su inspiracion. Llegó a las letras porque necesitaba tener una identidad. Para Castelar, la poesía, además de ser un acto de magia, es una salvación, una salvación del cuerpo y del espíritu. Ama la música y desea que su poema sea musical, que tenga música.

Ha practicado mucho el periodismo cultural, pero por falta de espacio donde publicar estos artículos pequeños, unos más grandes, están por ahí inéditos. En su época éran poetas políticos, su grupo –Generación del 70– han buscado la trascendencia, escribían poesía epigramática, pero también poesía reflexiva, poesía de amor. Eso ha hecho su poesía más interesante.

Perteneció en su día a "La Voz Convocada", un grupo poético de la ciudad de La Ceiba. Es Premio Nacional de Literatura (1988) y autor de los libros "Entretanto" (1979), "Sin olvidar la humillación" (1987), "Poema estacional" (1989), "Tiempo ganado al mundo" (1989), "También el mar" (1991), "Rutina (1992)", "Rincón de espejos" (1994), "Laodamia" (1999), "Venus en el campo" (2001), "Cauces y la última estación" (2006) y "Nombrar" (inédito), entre otros libros de poesía y cuentos. En la actualidad se encuentra retirado de los escenarios poéticos.


 

 



 


(bibliografía: James Rodriguez, (2006) Biografia de Jose Adan Castelar, extraido el 13 de Sept. 2010), Litart.com;  http://litart.mforos.com/1194902/7040789-jose-adan-castelar/)


 

 



 


POEMAS

por Jose Adan Castelar


 

Del libro “Rutina” (1992)


 

Don Santos


 

 

No le estoy pidiendo

Sino dándole la mano

Me dice don Santos

El viejo cronista de la aldea

Lo se

Le contesto

Por eso le doy la mia

Nada mas que eso

Amigo

Bebio su guaro

Como un amedicina y se alejo tropezando

A cada rato con las piedras y la luna

De la calle


 

 

Al salir del cine

En el bulevar

15 de septiembre de La Ceiba encontré

En lo oscurito de la acera

En el único

Hoyito de sombra hurtado

A la luz de la calle

A dos enamorados

No le tenían miedo a los ojos curiosos

Que nacen de pronto

Ni al repudio imperante

Ni al seguro peligro de la policía

El frio nocturno y el fuego del amor

Ondeaban el cuerpo de ella

El navegaba

Tranquilo

Lejos del mundo


 

 

Yo baje de la acera

Molesto pero comprensivo

Mirando de reojo el animado bulto amoroso

Y de pronto

Como si te mirara

Pensé en vos

Cariño

Nunca

Bajo estrellas once PM

Ojos humanos vieron

A un transeúnte mas de prisa.


 

 


 

 

Loquito sentado sobre un incendio


 

 

Sentado sobre las piedras

Del mediodía

Bajo el sol

Que quema como un insulto

El pasa el santo dia

¿Quién le hara creer

Que es una locura hacer eso?

Ni Dios

Ni las almorranas le darán la razón.


 

 

Yojoa


 

 

Hermoso es el lago en la mañana

Visto desde la velocidad de un bus interurbano

Sobre todo ahora que el sol lo toca con manos de niño y vuelan

Sobre un sueño verdaderamente azul

Palomas blancas


 

 

Quisisera quedarme en esta orilla tranquila

Debajo de esos arboles de cabellos desordenados

Pero mi amor me espera en otro lugar

No menos bello que este

En su gran corazón

Cerca del mar.


 

 


 

 

Del libro “Rincon de espejo” (1994)

(el cual dedica a su madre, a sus hermanas, Ana y Tita)


 

 


 

 

Señores diputados:

La Inmunidad es delito


 

 

Señores, la inmunidad

Es un delito feudal;

Suprimirla: acto legal;

Para todos igualdad,

De lo contrario, es maldad

Como figura jurídica.

Politicos de alma impirica

O complices del festin,

Maten esa ley impúdica,

Al deshonor pongan fin.


 

 

Tocar el tigre


 

 

Vamos a ver quien empieza

(con mas que justa razón)

A reducir la cabeza

Del gugante cabezon.

Hijo será –no hombretón-

De esta patria tan herida..

Quien reduzca la partida

Y el tamaño del gigante,

Sera su nombre diamante:

Morazan de nuestra vida.


 

 

Siempre he sido

Siempre he sido algo prudente,

Nocturnal, harto miedoso,

Comilon, nunca goloso,

Hombre herido entre la gente.

Con mis dos dedos de frente

Y camisa de once varas

Habito mis luces rara:

La tierra, la mar, el viento.

Soy yo siempre, un “un dos caras”…

Jodido, pero contento…


 

 

Terror al monstruo Sida

Tiemblen, amigos, el Sida

Aparece por doquier…

Ya es de la muerte la vida

En hombre como en mujer,

Temamos hay que temer

A tan vasta destrucción.

Morir, en otra ocacion

No cuando el monstruo decida:

Que sea nuestra la partida:

Por fin tengamos razón.

 


 

 

El procurador

Que procura este señor,

¿Qué todo le salga mal?

Calla ante el traspasador,

Y luego lo acusa mal…

Será esto justo, legal:

Cuando juez, tanto callaba

Que al parecer nunca hablaba.

Lo echaron, ahora condena

A los corruptos, ¡que pena

Que no antes, cuando callaba!


 

 

Noticia de Divorcio

Como amante era perfecta aquella mujer,

Como esposa no valia un comino.

Era como las dos personalidades de una alcohólica:

La primera me amaba y me esperaba,

La segunda gritaba yo soy hombre.


 

 

Pacto

Ella sabe que yo no he nacido para eternizar su corazón,

Que no he nacido para hacerla feliz ni dos días siquiera.

Por eso ella me acepta en un minuto

Como si fuera a perderme en otro.

Pero asi hemos vivido juntos muchos años:

Ella sus sueños rotos

Y yo una despedida que jamas pronuncio.


 

 

Por paz y ternura

He llegado al terreno de la honestidad. Quiero quedarme allí

Con mi palabra y mis actor.

Estoy arrepentido de ti, yo megalómano: en mi vaso

De paz te abogo, en tu cadáver de errores personales

La sencillez levante su bandera.


 

 

Nacimiento segundo, verdadero, tu nuevo ser canta y espera

En lo fresco de un alba popular.

Ternura, recíbeme en tu fuerza necesaria.

Realidad nuestra, en mi libertad eres tan clara.

Alegría, te ofrezco mi amistad hasta la muerte.

Dignidad, se tu mi Dios.


 

 

 

 



 


 

Del libro “Causes y la ultima estación” (2006)


 

Al final

Nada quedara de mi. Disolución

Sin gloria

Ni rencor,antiguo barro

Hecho ceniza en la hondonada.


 

Si al menos

Quedara un resto

De este amor,

De este amor. ¡una brizna

De vida entre el fuego

Y el mar!


 


 

Manos

Tus manos:

Vida feliz,

Sol que anda,

Campo dentro de la casa,

Penelope tejiendo

Tres panes,

Cuatro elementos.


 

Tus manos:

Cinco albas,

Cinco crepúsculos.


 


 

Propercio

Su fuego nunca conocio

Otras manos distintas

A las tuyas, otros ojos

Que no fueran los de tu mirada,

Otro pecho donde repartirse

En fragmentos dorados.

Fue escalvo de un solo amor,

Triste polvo.


 


 

Convalecencia

Entre la calle

Y los bastones

Vivo,

Espero.


 

Pero son mis días

Una ventana del mar

Entre abedules.


 


 

Palpar

Muy poco queda

De mi:

Talves un sueño,

Dos o tres

Palabras y estas ganas

De vivir

Que me matan.

 

 


 

La entrevista.........


 

Por Fausto Leonardo Henriquez

 


 


 


 

FL: ¿En qué año y dónde nació usted?


 

JAC: Yo nací, por casualidad, en un lugar llamado Coyoles Central. Digo por casualidad porque en aquellos tiempos, cuando una mujer iba a parir en la Standard Fruit Company, proporcionaban un vehículo que llamaban motocarro. Este motocarro hacía un recorrido en el campo donde estaba la embarazada hasta el hospital de La Ceiba. Eso ocurrió con mi madre. Pero yo estaba muy urgido y reventé la fuente de mamá cuando pasaba por Coyoles Central en el motocarro. Nací en la orilla de la línea, en una choza. Me atendió una partera que todavía la busco –seguramente debe estar muerta– para darle las gracias, porque por ella estoy aquí en este mundo. Nací en un lugar que poco a poco he ido amando, incluso le he escrito unos seis poemas. Nací el 9 de abril de 1941. A los seis meses llegué a La Ceiba. Esa es la confusión que tienen amigos y vecinos de La Ceiba, pero no, soy un campeño de Coyoles Central.

FL: ¿Cómo llegó usted a las letras?

JAC: Mi apego a las letras nació, no sé si decir por vocación natural o por iniciativa propia o por un problema congénito, creo que por las tres cosas. Pero más porque necesitaba tener una identidad. Desde pequeño me gustó leer y escribir. Leí el cuento de Peter Pan, el cual nunca moría, siempre renacía.

FL: ¿Qué autores leyó usted de joven?

JAC: Siempre he sido un campeón como lector, leía todos los clásicos españoles, que por cierto la embajada en aquellos tiempos, quizá por problemas económicos, proporcionaba todos los libros que salían en las editoriales de aquella época. Yo los leía gracias a la directora de la biblioteca Juan Ramón Molina, Angelita –una señora que recuerdo con gran cariño–, me prestaba cada libro por una semana. Leía a los clásicos frances, ingleses y a los griegos, desde luego que en idioma español. Mis lecturas fueron desordenadas, pero muy queridas. Leí mucho, por lo menos aprendí para qué y por qué escribir.

FL: ¿Qué obras tiene usted publicadas?

JAC: Hasta ahora tengo publicados diez libros y mantengo inéditos nueve. Mis diez publicaciones son casi todas de poesía, sólo uno, que es un relato, , un cuento de nueve páginas que se llama: “La noche en que le cortaron las alas a Supermán”. Este año seguramente publique un libro de cuentos cortos, titulado “Actos de amor y otros actos”. Son unos cuarenta y cinco o cincuenta cuentos cortos. Todos son una parodia, como diría Borges, para quien la literatura es una parodia. Unos están inspirados en la mitología griega, otros en la realidad nacional y otros especialmente tocan aspectos de la guerrilla. Todos mis cuentos se caracterizan por ser pequeños y por tener un final con el verso número catorce de un soneto. He querido publicar toda mi obra, pero como se sabe, la economía mueve al mundo, y a mí no me mueve la economía. Yo entiendo el cuento como un soneto, no con catorce versos, que tenga las tres categorías que tiene el cuento y con un final sorpresa. Para mí el maestro del cuento es el dramaturgo y novelista, ruso, Chejov, quien escribió cuantos sobre cualquier tema. El cuento corto no admite un error.

FL: ¿Con cual obra publicada cree usted que alcanzó su madurez como poeta?

JAC: Mi mejor obra es la que mantengo inédita, porque hasta ahora he aprendido a escribir, he aprendido un poco a escribir, a usar un poquito, que no poco, la estratagema de la palabra. He descubierto que la palabra está más viva que yo y que debo respetarla, tanto que sin ella no existo, ella es que la que me da la vida. Antes pensaba que la poesía era mirarla llegar y platicar con ella. Pero no, la poesía, además de ser un acto de magia, es una salvación, una salvación del cuerpo y del espíritu. Yo hago lo que el mestro Eugenio Montale, espero que la poesía me edifique. Por eso es que ahora mi obra no es tan apurada. Utilizo más tiempo para elaborarla. Yo amo la poesía espontánea, la que nace de pronto, la que prácticamente está ahí y surte en un momento de locura o cordura. Después me quedo preguntando cómo es posible que me salió esto tan rápido después de querer escribir un poema y no me sale nada. Ese misterio es lo que todavía me preocupa y estoy aprendiendo a descubrirlo, tal vez en cien años consiga saber cómo se escribe poesía. Con mi libro “Poema Estacional” creo que alcancé lo que yo buscaba. Es un libro plástico, el lirismo es natural, se caracteriza por la musicalidad del verso y una cierta ternura que necesitaba expresar ahí. Hoy en mí no compite lo externo, sino lo interno entre mi poesía de ayer y mi poesía de ahora. Sin embargo, tengo un libro inédito que creo que es lo mejor que he escrito hasta ahora, se titula “Nombrar”. Nombrar a las cosas en su significado natural, inspirada en los grandes maestros griegos, los italianos, sobre todo Montale. Tengo otros libros. Uno de ellos se titula “Poemas viajeros”.

FL: Profundice un poco más acerca de su visión de la poesía.

JAC: Después de golpearme la cabeza con la palabra, decrubrí que esta maldita palabra, está ahí, pero no sale, no la encuentro, no encaja. Yo amo la música y deseo que mi poema sea musical, que tenga música. Por eso se me hace difícil encontrar la palabra precisa. A veces choco con las palabras que busco y me derriban, por eso hago unos borrones espantosos en el papel. He llegado a esa conclusión a base de estudio, de fracasos y siguiendo esas prácticas diarias, que es necesaria, para poder dominar un poquito este arte tan díficil y asesino –digo asesino con mucho amor– como es la poesía.

FL: Tengo entendido que usted ha practicado el periodismo cultural. Cuéntenos algo sobre su experiencia.

JAC: Sí, he practicado mucho el periodismo cultural, pero por falta de espacio donde publicar estos artículos pequeños, unos más grandes, están por ahí inéditos. He mandado muchos a los periódicos, pero reproducen uno o dos al año y luego se pierden. Tengo como para publicar un libro, que podría ser un libro de crónicas. He escrito mucho en periódicos locales, semanarios de La Ceiba. He ejercido el periodismo local en miniatura en una sección llamada “Sin importancia alguna”. Tengo por ahí un montón de apuntes, sobre todo con los amigos que han muerto dentro del país como fuera de él.

FL: Usted hizo mención a sus amigos pintores, ¿cuáles admira usted en el ámbito nacional?

JAC: Admiro a Pablo Zelaya Sierra. Siempre que voy al Museo de la República voy a ver su cuadro “Las Monjas”. Es un cuadro excepcional y es digno de cualquier gran pintor mundial, aun de Velázquez. Hay otros pintores muertos: Aguilar, Rodezno, Aníbal Cruz, que tienen su obra, pero no tienen una obra que me deslumbre como “Las Monjas”. Hay otros pintores actuales, vivos, que admiro: Padilla Yestas, Virgilio Guardiola, Tróchez, Juan Cony, Mario Mejía. Me preocupa escribir sobre ellos porque sólo tengo anécdotas muy desgraciadas, muy humanistas y a la vez muy tristes. Por ejemplo, Aníbal Cruz una vez me dijo: “Te invito a almorzar. Yo voy a cocinar, déjenme, no me molesten. Había otros amigos invitados sentados en la sala tomándose una cervecita, otros tomaban ron. Pasó el tiempo, una, dos horas y el almuerzo no aparecía. Entonces dijimos: vamos a buscar a este indio que nos invitó a comer, a almorzar y se ha perdido. Cuando llegamos al patio de la casa vimos que le estaba echando maíz a unas palomas de castilla, de esas gorditas. Le hablamos y él dijo: “cállense, que estoy esperando que las palomas se acerquen para matarlas, no ven esta es la comida nuestra”. Tengo numerosas anécdotas, todas ellas enmarcadas entre el dios Baco, el dios dinero y las dificultades de los artistas que sobreviven en un país como este. Estoy preparando otro libro titulado “Mis amigos los pintores”. Yo pensé que mis amigos pintores eran unos cinco, pero cuando me doy cuenta van como por setenta.

FL: Háblenos de sus amistades con escritores hondureños, de sus preferencias.

JAC: Bueno, yo soy de los pocos, –yo me vanaglorio– de ser amigo de todos los escritores de este país. Todos son mis amigos. No hay diferencias, nunca he tenido ninguna rencilla personal con ellos. A todos los respeto y ellos me respetan. Me respetan y eso ya es bastante. Y eso es lo que pido. Los leo, los comento; dentro y fuera del país yo hablo de los escritores. Yo, incluso, presenté una ponencia en Colombia, sobre las generaciones literarias en este país. Hablo de algunos de los más jóvenes, del 96, como José Antonio Funes, el más joven de aquella época –ahí termina la generación, ya no abarqué la generación última de los poetas jóvenes tanto de San Pedro Sula como de Tegucigalpa–. Tengo ese trabajo donde espepecifico la vida y la obra de ellos. Por otra parte, la Generación del 50 trajo el rigor de la profesión, a la poesía hondureña. Cada poeta aporta algo, eso es lo que yo más admiro. Yo no juzgo al poeta por su vastedad de obra, por sus libros. Yo lo juzgo a veces por un verso. Un buen verso que esté bien escrito para mí ya eso es admirable. Yo admiro a los escritores. Si escriben un buen libro, ya es un milagro; si escriben un buen poema, otro milagro; si escriben un buen verso, también es un milagro. Por eso los admiro y aprecio. Por ese poema y ese verso, les agradezco y les animo a que escriban.

FL: Sé que usted tiene afición a la música. A qué clase de música es usted aficionado.

JAC: Yo soy un tenor frustrado. Desde niño quise ser un tenor. Luché desde los doce años para que alguien me ayudara a conocer la música y me ensañara a cantar. En aquella época yo admiraba a un tenor ceibeño Alberto Figuls, era un tenor de familia de origen catalán. Creo que vive aún en los Estados Unidos. Su hija es una contralto de muy buena categoría. Yo busqué a alguien, pero nadie me enseñó, nadie sabía música. Cuando me cambió la voz, de adolescente, imitaba con facilidad a Alfredo Craus, Mario el Mónaco, y otros tenores de la época que yo imitaba de alguna forma. Me gustan mucho las óperas de Richard Wagner, Rigolletto de Verdi. Los aclamaba, amaba la ópera y la sigo amando. La música que más me gusta es la música clásica. Me gusta lo mejor de lo clásico, como en la poesía, que me gusta lo mejor de cada poeta. Me gusta Mozart, es mi preferido, por su riqueza melódica. Luego Beethoven por su gravedad, fuerza y profundidad. De la sinfonía número 9 de Beethoven prefiero el tercer movimiento. Es increíble ese movimiento. Me gustan Chaikowski, Bach y todos los grandes compositores. Pero también amo la música popular, amo la música tradicional nuestra. Admiro las canciones compuestas por Belisario Romero, Anderson. Carla Lara, que es de una voz muy melodiosa, canta una canción de Anderson de corte internacional muy bella. En general admiro toda la música, pero especial la clásica. La sinfonía es como un gran libro, sin embargo, la hermana gemela de la poesía, para mí, no es la música, sino la pintura.

FL: Me gustaría que dé usted su parecer sobre la actualidad literaria hondureña.

JAC: Ese es un gran punto. Me ha sorprendido. Partiendo de mi época debo decir que éramos pocos; éramos poquitos y andábamos dispersos y divididos por los sentimientos políticos. Eran épocas de divisiones políticas en la que se pensaba que eres o no eres revolucionario, en la que si no arriesgas la vida no tienes obra, si no eres de izquierda no tienes obra. Había que demostrarlo con poesía y con hechos; había que unir la palabra al hecho real. Los poetas de ahora, en cambio, no han tenido ese problema. Ahora el problema con los poetas es con la forma y con la definición espiritual. La tendencia no es espiritual, hay más libertad del poeta para tener su propio yo. Antes se tenía un yo colectivo, ahora se tiene un yo individual. Esa es la gran diferencia. Sin embargo, yo los admiro a todos. Yo los he leído y todos aportan algo. Voy a hablar de los jóvenes de Tegucigalpa. Estos jóvenes los admiro mucho, primero, porque son solidarios. Tienen algo que no teníamos nosotros, que estábamos dispersos. En La Ceiba teníamos un grupo, “La Voz Convocada”, que si éramos muy solidarios y amigos, pero no era frecuente. Esta generación nueva sí. Incluso tienen sus propios estatutos, están bien constituidos, pueden viajar al exterior, consiguen ayudas, tienen sus propias orientaciones, su propia editorial y funcionan a la perfección con sus costumbres económicas del márquetin. De los de San Pedro Sula he leído el libro que usted me dio, (Muéstra Poética) del cual me encantaron muchos versos. Sólo que la poesía moderna exige de la complejidad del lector. Si uno se despoja de prejuicios encuentra obras de arte completas. Hay que desprenderse de aquello de yo “yo no lo conozco”. Hay que leer, no para juzgar, si no para sopesarlo. Leer al autor, no por lo que es, sino por lo que llegue a ser. Autores que publican malos poemas, malos libros, vemos que con el tiempo publican una buena obra. Por eso debemos darle tiempo al tiempo y no apresurarnos a matar a una persona que acaba de salir. Es un delito. Yo entiendo a los poetas jóvenes y los leo. Mi actitud es de comprensión y tolerancia, porque no me siento maestro, sino uno más. Odio que me digan poeta, porque para mí poeta es Rubén Dario, Neruda, Eugenio Montale.

FL: Finalmente, cuál es su visión de futuro de la joven literatura hondureña.

JAC: Yo la miro de un modo muy optimista. Desde luego, no todo da esperanzas de mayores logros. He visto en muchos poetas el márquetin y, al hablar con ellos, se ve el poco estudio. Adquirir una cultura literaria es cuestión de disciplina y de estudio continuo. Hay que leer todos los días. En todas las épocas ha habido poetas de gran calidad y narradores de gran calidad porque atrás hay maestros que siempre te guían, por emplo, Roberto Castillo, Marco Carías, entre otros. Narradores más jóvenes como Roberto Quesada, han confesado que han aprendido de estos autores que les han precedido. Lo mismo ocurre con los poetas, los poetas jóvenes que, aunque no busquen la influencia de los poetas nuestros, por lo menos asumen el rigor que se propusieron nuestros poetas y la disciplina que han tenido para desarrollar su obra. Del libro “Muestra Poética” de Los Novísimos, yo leí poemas de poetas que tienen una gran imaginación, donde se ve que buscan una poesía de pensamiento, una poesía reflexiva. Claro, todo depende del talento natural de cada uno, de la disciplina para tener obras. Las cuestión se ha disparado en varias vertientes. Por ejemplo, en mi época éramos poetas políticos, pero ahora no. Mi grupo –Generación del 70– hemos buscado la trascendencia, escribíamos poesía epigramática, pero también poesía reflexiva, poesía de amor. Eso ha hecho nuestra poesía más interesante. La gran poesía hondureña siempbre ha estado ahí, sólo hay que buscarla. No hay que buscarla en un libro total, ni en el pasado, el presente o el futuro.

Publicado por Fausto Leonardo Henríquez

Extraido de  http://litart.mforos.com/1194902/7040789-jose-adan-castelar/

 

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"Laodamia"....segun Ana Nubia Orozco Corea (1999)

  Laodamia


 



—Ana Nubia Orozco Corea—
Managua


José Adán Castelar, Hondureño, Director del Suplemento "Cuarto Brujo", galardonado con tres prestigiosos premios de poesía, la maravillosa unión del pensamiento y el corazón que motiva a los poetas, esa unión que Dios da a los escritores/as para sensibilizar todo el sentimiento interno que cada uno llevamos dentro y que muchas veces escondemos.

José Adán Castelar se nos entrega entero en este pequeño poemario, aparentemente sencillo pero donde el amor es la base de su contenido y el cual da paso a otros sentimientos que andan divagando en nuestros corazones y nuestros pensamientos.

"LAODAMIA" nos lleva al amor y desamor, al perder y encontrar imágenes y sombras, al recuerdo imborrable del amor perdido del que fue y ya no es.

Los poemas de José Adán Castelar son pasión, melancolía, y aún más deseo y tristeza, todo unido nos da una poesía de sensibilidad completa que el lector va a ir sintiendo a medida que lea cada poema.

Ejemplo de la contraportada :


 

Ah, si pudiera arrancar mi huella de tu huella,

dejarte sola, con mi olvido, si pudiera no

recordarte como si no te hubiera conocido, o

habitar la casa mañana: lugar donde nunca

estuvimos.

Ah, si piudiera ser otro lejos de ti,

ser ese otro frente a ti.


 

José Adán Castelar

Analizando uno de los versos

¿Recordarte como si no te hubiera conocido?

Será esto posible como crea el poeta este verso, que a nuestra imaginación y nuestros corazones nos hace vibrar y meditar el poeta, nos cubre de ensueños y amores palpitantes de pasión y melancolía.

Laodamia y José Adan Castelar son una sola cosa, son poesía, como dice el mismo "Escritos con fuego humano".

Esta pequeña pero gran obra consta de 58 páginas, se terminó de imprimir en mayo de 1999. Poesía de poeta hondureño, primera Edición.

"Morir es nada: Perderte es lo difícil"

J.A.C.


 

 

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“Cauces y la ultima estación”... segun Quesada, R. (2007)


 

El muerto con miedo - Roberto Quesada

Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda
la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que
lo encuentre: Ya lo llevaba dentro.


--Octavio Paz.

No voy a tratar el tema de la muerte ni del miedo sino es simplemente
un título que he quitado prestado para titular el presente. Es algo
así como una especie de trampa para atrapar al lector. Somos esa
especie que nos detenemos con y ante la muerte. Nos espanta el miedo
pero a la vez como por encanto nos seduce, de allí el éxito de la
literatura de terror o las películas de horror.

Tal vez intente escribir un poco aquí sobre el amor. No porque sea el
mes del amor, el más corto del calendario, como si huyéramos y
quisiésemos que ese mes se esfume a la brevedad: quizá en el
subconsciente tememos al amor. Puede que sin saberlo intuimos que el
amor está a reglón seguido del dolor. Y entonces no es miedo al amor
sino al dolor que camina cercano a él.

Y es por esa pararela y temible línea, cual puente colgante que puede
cruzarse y llegar salvo al otro extremo o en un descuido caerse al
eterno vacío, en el que se desarrolla el más reciente libro del poeta
hondureño José Adán Castelar.

Hace algún tiempo ya que quiero escribir sobre este libro de
Castelar: Cauces y la última estación. No lo he hecho porque algo me
lo impide, me invade algo así como un tsunami de nostalgia. Me abate,
como a cualquier ser humano con un poco de ternura, eso de la última
estación. No puede ser la última estación del tren, pues en cuanto a
eso Tegucigalpa está peor que Santa Marta, no tiene tren ni tranvía.
Y tampoco puede tratarse de las estaciones del año, pues como ya lo
dije en una de mis novelas: Honduras sólo tiene dos estaciones
(bueno, tres, con la estación de policía): invierno y verano. Si
llueve es invierno y si no es verano. A veces, en un mismo día pueden
encontrarse las dos estaciones. Entonces no puede ser sino la última
estación de la vida a la que se refiere el poeta. Y está por
descontado que sabemos que esa estación no es sino la muerte. De
hecho, de por allí extraje el título "muerto con miedo".

El poeta José Adán Castelar, no confundirlo con su hijo periodista
que tiene el mismo nombre, lleva ya muchos años escribiendo, puede
decirse que nació escribiendo. Y a lo largo de su carrera ha tenido
varias facetas, creo que ninguna de ellas para arrepentirse.

Recuerdo su faceta de poesía política, urgente, emergente. Castelar
no silenció su voz en los tiempos más difícles sino que la alzó para
denunciar las calamidades que pasaba nuestro pueblo, como bien lo
dice el mismo poeta: "Guardar silencio es compartir el crimen". Esta
época fue una de las más escabrosas de nuestra historia nacional, en
la de los ochentas.

Pero ya mucho antes, en unos de sus tiempos más felices, según lo ha
descrito él por su cercanía al mar ( valga la anécdota: Una vez
entrevisté al poeta Castelar para mi revista SobreVuelo, y titulé la
entrevista: "José Adán Castelar: Amo el mar pero le temo". Y cuando
el poeta Pompeyo del Valle la miró, se rio y dijo: Pucha, este Adán
sí que es miedoso!), José Adán Castelar escribía desde Montecristo,
Atlántida, cerca de La Ceiba. Y desde ese escondido lugar, casi
clandestino sin proponérselo, Castelar cantaba con su pluma a sus
sueños revolucionarios. De allí nace su primer libro publicado:
Entretanto. Si bien es cierto que se trataba de poesía política,
también es cierto que nunca ha dejado por fuera el amor. Me refiero
al amor de mujer, o si nos ponemos más modernos, al amor entre
parejas. De este libro siempre recuerdo un poema, quizá por esa
combinación con la prosa, titulado Camarada Neruda hoy y siempre. Un
canto al poeta chileno Pablo Neruda.

No voy a referirme aquí a la humildad del poeta José Adán Castelar
(cualidad que casi siempre presentan cuando escriben sobre él), la
gente es como es y debe aceptársele tal como es. En lo personal
pienso que una humildad ilimitada es un riesgo para que se confunda
con otras cosas y los oportunistas se queden con todo basándose en
que el humilde es tan humilde que no protestará contra las
injusticias que se le infrinjan. Por eso, ni tanto que queme el santo
ni tan poco que no lo alumbre.

En Cauces y la última estación, poemario que junto a sus libros Venus
en el camino y Laodamia, conforma la trilogía Pasión del claroscuro,
José Adán Castelar nos entrega una poesía trasparente, concisa y,
como es habitual en él, variada. Aquí Castelar hace gala mostrándonos
la sencillez del maestro. Llega a la cima de la creatividad que no es
otra que cuando nos parece que lo leído es tan fácil escribirlo que
bien pudiésemos hacerlo cualquiera de sus lectores, tan desprendido
del bolígrafo que parece menos que causalidad, casualidad, con el
desenfado propio con el que surgen las letras cuando se encuentra con
alguien de su confianza, y así es, la palabra confía tanto en
Castelar como Castelar en la palabra.

Las causas de estos Cauces castelarianos nos llegan desde poesía que
podríamos considerer mitológica, pasando por el cotidiano vivir del
ciudadano de a pie. No escapan a Castelar los obreros y sus
circunstancias, como en Tiempo de pan, la aglomeración en las
autobuses urbanos, la oscura vida de El electricista que ilumina
nuestros hogares, La oficina y el amor, El mariachi y su condena o
absolución de ganarse la vida a golpe de canto. Y nos lleva Castelar
hasta lo que titula Al final.

Pero los finales no se cuentan, tampoco la poesía. Está escrita para
ser leída.

Así que el presente no ha pretendido ser un profundo estudio sino un
sincero recordatorio de que la poesía existe, está por allí,
esperándonos. La poesía es y somos todos, sólo que a veces no nos
damos cuenta. Entonces qué mejor que este mes del amor, que debiera
ser el mes eterno, acompañar cualquier otro regalo con un poco de
poesía, nada major que hacerlo con Cauces y la última estación para
poder decirle a ella o a él cosas como esta: " Eres viento cuando te
canto/carne cuando te poseo/el silencio un olvido/ tu ausencia la
muerte".

Nueva York NY 12 febrero 2007
robertoquesada@hotmail.com

* Roberto Quesada: Escritor y diplomático hondureño, autor de varios
libros, entre los que destacan Big Banana (Seix Barral), Nunca entres
por Miami (Mondadori) Los barcos (Baktún), La novela del milenio
pasado (Tropismos, Salamanca), y es Consejero de la Misión de
Honduras ante las Naciones Unidas.

Extraido de

http://litart.mforos.com/1194896/6992174-el-muerto-con-miedo-roberto-quesada/


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A continuación, un articulo que demuestra la posición de Castelar acerca de los sucesos ocurridos en Julio del 2009:

Poetas hondureños se unen contra la dictadura

(02/09/2009 Extraido del diario El Libertador ; http://ellibertador.hn/Nacional/3176.html)

Los Premios Nacionales de Literatura, Pompeyo del Valle, José Adán Castelar y Rigoberto Paredes, emitieron un pronunciamiento donde hacen constar el repudio de los escritores hondureños contra el golpe de Estado, orquestado “por los grupos oligárquicos y los sectores más retardatarios de nuestra sociedad, confabulados con las bayonetas, para derrocar al Presidente Manuel Zelaya”, de acuerdo con el escrito.

Tegucigalpa. Los Premios Nacionales de Literatura, Pompeyo del Valle, José Adán Castelar y Rigoberto Paredes, emitieron un pronunciamiento donde hacen constar el repudio de los escritores hondureños contra el golpe de Estado, orquestado “por los grupos oligárquicos y los sectores más retardatarios de nuestra sociedad, confabulados con las bayonetas, para derrocar al Presidente Manuel Zelaya”, de acuerdo con el escrito.

Del Valle, Castelar y Paredes son parte de la gran cantidad de intelectuales que apoyan la restitución de la democracia y condenan la anarquía a la que han condenado al país los golpistas por no permitir la participación del pueblo en decisiones trascendentales, a través de una consulta popular promovida por el mandatario.

Los continuos sabotajes e intimidaciones dirigidos  a medios informativos que apoyan el regreso de Zelaya e informan los verdaderos acontecimientos de la actual crisis política, son también objeto de repudio por parte de los reconocidos literatos, y condenan “la libertad con que los medios golpistas distorsionan la información en favor de la dictadura, faltando a la ética y moral que un día juraron defender”.

CONSTITUYENTE ESTÁ EN PIE

Los poetas destacan la importancia y admiración que ha cobrado nacional e  internacionalmente el Frente Nacional de Resistencia contra el golpe de Estado, que en sus populares manifestaciones cita a diario el artículo 3 constitucional: “Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quien asuma funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas”.

En ese sentido, manifiestan la firme convicción de que en esta etapa del proceso de lucha no sólo se trata de la restitución del mandatario defenestrado y el retorno a la institucionalidad, sino también de la importancia que la sociedad hondureña partiendo de las experiencias actuales se prepare para la construcción de una sociedad con visión futurista, sin temer a los cambios que se deriven del impacto positivo que concedería la instalación de una Asamblea Constituyente en pro de los desposeídos.

La participación de las nuevas promesas literarias nacionales en las jornadas de Resistencia y la solidaridad de sus colegas internacionales que han viajado desde países como Argentina Venezuela y Chile, para manifestar su apoyo en esta lucha, es motivo de satisfacción y agradecimiento por parte de los firmantes del pronunciamiento, quienes aseguran que sus pensamientos y ocupaciones se centran en las líneas del poema de Julio Cortázar “La poesía está en la calle”.